Oscar Steimberg (1970)
Mi cuerpo sin armazón no soporta las esperas , las caminatas por lugares abiertos, los apoyos poco firmes. Pero en una tarde de sol, por la veredda ancha de Cerrito al 100, se anima a caminar unos metros solo, erguido, mientras mi mano sigue con eficacia_¡Así debo creerlo, Dios mío!_ una forma saliente en la pared.
A veces pienso que no son muchos 30 años para aprender a pasar de los asientos a los lechos, de los apoyos en la mesa de bar al hombro de un amigo; todo sin aparentar mi miedo, mi dependencia. Ahora todo esto es claro para mi: camino rozando las paredes porque mi cuerpo no tiene armazón. Cuando llegue al bar me sentaré -velozmente- después de alejarme de mi apoyo con un envión. ¿Y si no hay mesa libre? Entonces mirare hacia dentro, desde la puerta recorreré el bar con la mirada como buscando a alguien, y me alejaré siguiendo otra pared, la de Bartolome Mitre
1 comentario:
Hermoso
Asi es el tango, mucho sufrimiento y oscuridad
Uno se siente acompañado...
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